Respetar nuestro ritmo
Tiempo, tiempo, tiempo... un tesoro cotizado que parece haber desaparecido de nuestra vida, y sin embargo el día sigue teniendo 24 horas.
¿Qué nos está ocurriendo?
No tenemos tiempo para hacer todo eso que queremos o nos parece deseable hacer. Vamos rápido, como si llegásemos tarde a todas partes, cómo los hombres del tiempo de Momo convirtiéndose en reales, se hubiesen apropiado de ese tesoro que nos ha sido regalado de forma equitativa a todos los seres humanos: el tiempo y la poderosa capacidad de disfrutar de él en aquello que nos conmueva, nos haga disfrutar y nos enriquezca el alma.
Podemos fantasear con la idea de que existe algo más que tiempo, podemos fantasear con la idea que el dinero es más importante, que la cantidad es mejor que la calidad... pero cada segundo cuenta y la inexorabilidad del tiempo es innegable. No se puede ahorrar, ni intercambiar, sólo vivirlo. Cómo dice ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY, El Principito.
"Había un mercader de píldoras especiales que aplacaban la sed. Se toma una por semana y ya no se tiene la necesidad de beber.
-¿Por qué vendes eso? -dijo el Principito.
-Es una gran economía de tiempo -dijo el mercader-. Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
-¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
-Se hace lo que se quiere---
-Yo-se dijo el principito-, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría tranquilamente hacia una fuente..."
Caminemos tranquilamente disfrutando cada segundo, no hay otro momento ni lugar dónde estar.
Carmen Bes
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