El arte de volver a confiar en los demás

¿Cónfío en sus palabras? ¿Confío en la sinceridad de sus gestos? ¿Será real? ¿Volveré a salir herido de esta relación? ¿Merece la pena arriesgarme de nuevo?

Sentir la traición y la mentira por parte de alguien en quién confiabamos, es tan doloroso, tan desgarrador como expresa Paula en Aprender a hablar con las plantas (M.Orriols).. "si hubiese envuelto en gasas todo lo que me dolía por dentro, sería como una persona que mutilada, regresa de la guerra." 

Por si os apetece leerlo, es maravilloso.

Algunos momentos se convierten en un antes y un después en nuestra vida, algo hace crash en nuestro interior y con ese dolor tan intenso sentimos que se nos ha roto la confianza. Esa confianza que teníamos intacta, esa confianza que hacía que no dudásemos ni por un segundo que las palabras ese ser humano que nos mira a los ojos no fuesen verdad, esa confianza, ya no está. Se fue, lo vivido la ha transformado y tendremos que hacer un esfuerzo si queremos volver a recuperarla.

Digo hacer un esfuerzo porque de manera natural, las personas tratamos de no sufrir y acercarnos de nuevo a la posibilidad de que vuelvan a herirte no es fácil, nada pero que nada fácil, es más fácil evitarlo y sólo algunos valientes se atreven. No hablo de evitar conocer a otras personas, hablo de la tendencia a evitar una conexión y un vínculo sincero con esas nuevas personas. La creencia suele ser: "si no me importa demasiado, no podrá dañarme." Y ¿qué crees que ocurrirá si evitamos constamente vincularnos con los otros? ¡BINGO! Ocurrirá que jamás tendremos esa relación que anhelamos, esa relación en la que sentimos que podemos apoyarnos, en la que podamos sentir que hay alguien ahí con nosotros, alguien que verdaderamente necesitamos que esté.

Los efectos de este tipo de relaciones sin ningún vinculo tienen una trampa que las personas con inteligencia emocional detectan rápido y es que si en una relación no hay conexión, lo que aporta esa relación no nos enriquece e incluso nos genera una mayor sensación de soledad. 

Entiendo que tu mente quizás está diciendo, vale sí, cierto. Pero y yo ¿cómo hago para salir de esa trampa? ¿Cómo hago para volver a confiar? Dependerá de cada persona, contexto, etc. pero creo que hay que tener claros dos puntos básicos:

1. Sin una buena cicatrización no pretendas que no duela.
Físicamente, cuando hemos padecido una lesión, nos han operado o cuándo hemos estado un tiempo convalecientes y volvemos de nuevo a la actividad, asumimos que es normal tener un poco de molestias e incluso que las cicatrices duelan. Sin embargo, si duele demasiado, si duele tanto que no podemos rozar ese lugar, sabemos que algo no va bien y debemos curar bien esa herida que por alguna razón no ha evolucionado como esperabamos.

 En lo afectivo, es lo mismo, a veces el dolor ha sido tan intenso que no cicatriza cómo esperábamos y necesitamos conectar de nuevo con él, sanarlo, curarlo y permitir así que esa herida no nos duela tanto cómo para no ser capaces de confiar de nuevo en los demás. Quiero aclarar que no hablo de olvidar, ya que el olvido no es algo sujeto a nuestra voluntad,  hablo de volver a confiar en nuestra capacidad de vivir, con todo lo que ello conlleva.


2. Amar es ser vulnerable.
Dice la maravillosa Brené Brown, que la vulnerabilidad es el centro del amor, que AMAR ES SER VULNERABLE. Creo que esa es la clave, aceptar el miedo, la incertidumbre y la exposición emocional que requiere querer a alguien. La construcción de una relación que valga la pena lleva asociada la  posibilidad de un nuevo fracaso. Tenemos que afrontar ese miedo, esas dudas y tener la valentía de arriesgarnos de nuevo.



No es sencillo, es incómodo, desagradable e incluso doloroso, por eso son tantas las personas que renuncian al amor, por eso hay tantas personas que renuncian a confiar de nuevo en otros humanos, pero eso les condena a una inmensa soledad.

Para mí, estamos hechos de pedacitos de otros y de ahí la importancia de escoger bien a los que nos acompañan en este camino.  Y aún considero más importante cultivar esas relaciones que alimentan el alma y el corazón. Es cierto que  esas relaciones conllevan un riesgo: el riesgo de exponerte, un riesgo que bien merece la pena, pues nada hay que aporte tanto sentido a nuestra vida como sentir que tienes otros seres humanos con los que compartirla. ¡Ojalá que el miedo o el dolor no te lo impidan!

Un abrazo
Carmen

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