¿Cuándo nos movilizamos ante una dificultad?
Lo que para una persona no es más que un pequeño inconveniente, para otra tal vez sea un gran trastorno. Cada cuál tienes sus propios límites para lo que puede tolerar. A algunos de nosotros nos basta con una pequeña perturbación para sentirnos incómodos, mientras que otros aguantamos muchos una situación antes de actuar para remediar la situación.
Hay una historia sobre dos ranas. Un recorre saltando un profundo surco dejado por un tractor. La otra la ve allá abajo y le grita:
- ¡Eh! ¿qué esta haciendo ahí abajo? Aquí arriba se está mucho mejor, hay más comida.
- No puedo subir - le responde la otra.
- Déjame ayudarte - le ofrece la de arriba.
- No. Déjame en paz- Aquí estoy bien y también hay comida.
- De acuerdo- dice la otra rana-, pero aquí arriba hay mucho más espacio para explorar y para moverse.
-Aquí abajo tengo todo el espacio que necesito- mantiene la rana de abajo.
-¿Y qué me dices de relacionarte con otras ranas? - argumenta la de arriba.
-De vez en cuando baja alguna hasta aquí, y si no, puedo gritarles a mis amigas de ahí arriba.
Finalmente la rana de arriba abandona su empeño y se va, dando brincos.
Al día siguiente, ante su sorpresa, se encuentra con la rana de abajo saltando a su lado.
- Oye - le grita- creí que ibas a quedarte en ese surco ¿Qué ha pasado?
-¡Qué venía un camión!
Algunas personas necesitan una razón muy poderosa para moverse, otras en cambio pueden decidir mejorar aunque no se encuentren "perseguidas por un camión"
Carmen Bes Rozas
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