Inteligencia emocional


¿Te enfadas o te enfadan?, ¿te alegras o te alegran?, ¿te pones triste o te entristecen? 

 Somos responsables de lo que hacemos con nuestros pensamientos y nuestras emociones.

Al leerlo, parece cuestionable, ¿cómo voy a ser yo el responsable de lo que me ocurre?, Cierto es, que muchas de las cosas que nos ocurren en la vida aparecen sin posibilidad de elección, y que nuestro reto será conseguir digerirlas de la manera más sana y con el menor sufrimiento posible para nosotros.

Pero además de ir integrando y sanando las heridas generadas por lo ya vivido, podemos hacer algo más, ir un paso más allá, desarrollando habilidades que nos ayudarán a identificar nuestras necesidades y gestionar nuestras emociones presentes y futuras. Podemos comenzar por lo siguiente: 
  • Tratarnos con respeto y empatía.
  • No juzgarnos ni criticarnos de manera patológica.
  • Reconocer nuestros errores e intentar aprender de ellos.
  • Identificar nuestras emociones y necesidades, aceptarlas y elegir la respuesta adecuada a la situación.
  • Aceptarnos tal como somos, haciendo lo posible por mejorar aquello que creemos que podemos cambiar.
  • Relacionarnos con afectividad, comprendiendo al otro ser humano que tenemos frente a nosotros.
Es decir, desarrollar todo nuestro potencial, de la manera más autónoma posible, es decir, con autenticidad, espontaneidad, conciencia, intimidad y de la manera más ética y congruente posible con nuestros valores.

Es un proyecto interesante y retador el de vivir conforme a nuestros valores, un reto enriquecedor al que os animo profundamente, ya que VIVIR PLENAMENTE es cómo mínimo lo que todos nos merecemos.

Carmen Bes Rozas

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